Madoff, el mayor estafador de la historia: ¿una buena persona o un psicópata?

0

Fuente: Lavanguardia

Hace exactamente diez años se destapaba la mayor estafa de la historia. El hasta entonces gurú de los mercados Bernie Madoff causaba un agujero de 65.000 millones de dólares al reconocer un fraude piramidal que venía sosteniendo desde 1992.

Acababa de explicárselo a su mujer e hijos tras serle imposible hacer frente a las peticiones de retirada de fondos de sus clientes. Por la naturaleza de la estafa todo el dinero que se recaudaba iba a retribuir a personas que habían entrado antes. Si varios exigían sus ahorros a la vez, el sistema se desplomaba, ya que no había dinero para devolver inversiones a gran escala.

Es exactamente lo que pasó aquél día, que ya queda como otra de las heridas de la Gran Recesión. Sus hijos lo entregaron a las autoridades y unos meses después conoce su pena: 150 años que lo condenan a pasar el resto de sus días entre rejas.

Pero una década después su figura sigue siendo un mar de contradicciones. Según la versión que se escuche, claro. Él defiende que actuó arrastrado, obligado, por grandes inversores. Los afectados, del otro lado, lo ven como un monstruo sin escrúpulos. Algunos lo tachan de sociópata, de psicópata.

En una celda de un centro de Carolina del Norte, alejado del lujo de las mansiones en las que vivía en sus mejores días, se siente aliviado. Madoff ha confesado que aquello era un sinvivir, un estrés y presión constante. No veía la hora de que todo saltara por los aires.

Siempre ha sostenido que su fraude arrancó como algo temporal. Había tenido malos resultados en unas inversiones y utilizó el capital de nuevos clientes para tapar agujeros y repartirlos como rendimientos.

Pero no se detuvo ahí. Lo temporal se volvió estructural, reconoció a Forbes . Siguieron 16 años en los que fue recibiendo millones. Miles de millones. De inversores de confianza se pasó a grandes grupos. Cayeron en sus redes bancos de primer nivel, fondos de pensiones, fortunas familiares. Fueron, según él, los propios gigantes financieros quienes lo empujaban a seguir con la estafa. El estafador era un buen hombre atrapado en un sistema corrupto…

“Su delito empezó como tantos otros. A partir de una serie de errores y fallos que cometió y que, con el tiempo, fueron aumentando. Podría decirse que esta situación fue una especie de pendiente resbaladiza en la que se va cayendo”, explicaba Eugene Soltes, profesor de la Harvard Business School y que ha estudiado el comportamiento de criminales como Madoff, en una entrevista en LaVanguardia.com el año pasado.

Prometía altos retornos, siempre y cuando la rueda siguiera girando y entraran nuevos interesados con dinero fresco. Por años funcionó. Los millones auparon su ego mientras la bola de nieve crecía tanto que ya era imposible bajarse de ella.

Ya no importaba. Para aquel entonces se sentía invencible, impune. Cada vez más narcisista y personalista, controlaba todo y no reportaba a nadie. Con mano firme -narran los que trabajaron con él- guardó todo en el más absoluto secreto. Su figura era tan grande que nadie podía dudar de él. Y aún se presenta como una persona que ha cambiado la forma de hacer negocios en Wall Street

Lo cierto es que desde el principio la de Madoff fue una huida hacia adelante. En el primer momento ya sabía que tarde o temprano todo estallaría. Es lo lógico en cualquier sistema piramidal. Lo peor es que si no hubiera estallado la crisis y los clientes no hubieran acudido en masa retirar su dinero, hoy todo podría seguir en marcha.

Por eso los afectados no se creen nada de su versión. Y de hecho se ha convertido en la imagen del capitalismo feroz, ese en el que importa hacer dinero a toda costa. Fue el chivo expiatorio en el que todos los americanos volcaron su frustración por la crisis. La condena social fue total.

Él siempre se ha quitado culpas. Dice que a los ricos que estafó se lo merecen por avaros. Y los no tan ricos por no tener ni idea de finanzas. En cartas desde prisión ha afirmado que incluso algunos de sus clientes sabían como operaba. De nuevo, se creía una buena persona engullida por su propio sistema, que lo obligaba a seguir operando.

No ha calado: se lleva años discutiendo si Madoff es un sociópata, alguien incapaz de sentir empatía, remordimientos, culpa o apego por la sociedad que actuaba pensando en su puro interés. Algo que incluso a él lo remuerde por dentro y que ha tenido que tratar en terapia.

Algunos tienen muy claro que lo es. “Es un sociópata”, dice en un reciente artículo del The Wall Street Journal David Sheehan, uno de los dos encargados -el otro es Irving Picard- de la titánica tarea de recuperar los fondos estafados. “No piensa que estuviera causando daños a nadie”, dice.

Otros van más lejos y directamente creen que es un psicópata, pero que en lugar de matar gente, mata carteras, recogía un artículo del New York Times que plasmaba opiniones de psiquiatras.

Sin mayores arrepentimientos que algunos ‘lo siento’ desde el juzgado, lo único que nunca se perdonará es el sufrimiento de su familia.

Actuó a sus espaldas y acabó partiéndola. Uno de sus hijos se suicidó -lo lloró por semanas, ha confesado- obsesionado con el legado que deja y el otro sucumbió a un cáncer mientras él estaba en prisión. Uno de ellos sabía describirlo como un abusón y un manipulador nato. “Destrocé mi familia, sabes”, se sinceraba en una entrevista en NY Mag , una de las más extensas y completas publicadas con él desde su entrada en prisión.

Pese a todo, a Madoff nunca se ha olvidado lo de ser un poco el dueño del mundo. Hace un año se desveló que compró todas las existencias de chocolate a la taza de prisión para especular con el precio, explicaba en 2017 MarketWatch en base a audios del audiolibro Ponzi Supernova. Sigue teniendo lo peor de Wall Street dentro.

Share.

About Author

Leave A Reply